Artistas de brocha gorda

Si la fría bruma matutina se disipa cuando calienta el sol, el cálido clima con que nuestros amigos de Kimberly Clark llenaron de alegría el sábado 6 una jornada de pintura para acondicionar el anexo de la Posta Sanitaria, es la mejor contribución que podemos recibir para Pilar Solidario.
Un pintor puede pintar una pared y sacarla de la opaca tristeza que la embarga. Pero solo un grupo de amigos que trabajan con alegría, llenan tu corazón de calidez y pintan las paredes con entrañables y perdurables recuerdos. La pintura con el tiempo se ensucia y se opaca, los recuerdos permanencen inalterables.
Enfundados en sus overall, luego de su turno nocturno de trabajo y por lo tanto sin dormir, los empleados de la planta que Kimberly Clark tiene en el Parque Industrial de Pilar cambiaron temporalmente de oficio, convirtiéndose en pintores de brocha gorda y rodillo. Josefina Palazzo, elegantísima y feliz, mostró su habilidad en la tarea.
Curiosos, nuestros niños se asomban a ver los avances y a contar espontáneamente sus vivencias. Una misteriosa fusión se fue fundiendo en la calidez entrañable del momento. Mientras los pinceles suben y bajan, los corazones se conmueven, las distancias se hacen nada. Ya no hay niños y adultos, sino que en un momento todos nos sentimos con corazón de niños: nos asomamos a sus corazones, y se acompasan los latidos volviéndose concordes.
Da pena reducir el significado del momento a una lacónica noticia: "Jornada de Pintura en Pilar Solidario". Algo más que las paredes adquirió una blanca pureza. Algo misterioso crea vínculos y alimenta recuerdos.
La tarde llegó, el trabajo arreció sin solución de continuidad. Nos despedimos hasta pronto: el 20 de este mes volveremos, para concluir esta etapa de trabajo. Algo queda en nosotros, indeleble y como tatuado. Llevaremos un recuerdo que llenará de calidez nuestro corazón, disipando alguna preocupación quiera abrumarlo de melancolía.