jueves, 10 de junio de 2010

Jornada de trabajo solidario con los empleados de Kimberly Clark.

La Solidaridad es un vínculo que se establece entre personas que ven la idéntica dignidad de todos los seres humanos, y la respetan. Por ese profundo respeto por el otro, cualquiera sea la condición social en la que viva, colaboran -trabajan junto al otro-.
Los empleados de la planta Pilar de Kimberly Clark, el sábado pasado -5 de junio- vistieron camisetas blancas con una inscripción significativa en dos tamaños de letra para destacar la fusión de sus términos: +comUNIDAD.
Si en las relaciones matemáticas el signo más significa la adición de unidades (1+1=2), en el vínculo solidario el resultado es diferente: uno más uno es igual a uno. Pero esta "unidad de unidades" resultante de la suma, ha sufrido un cambio cualitativo: se ha enriquecido con un nuevo valor. Una buena comida, con una dosis adecuada de sal, no suman dos. La sal ha transformado la comida.
Como la sal que da gusto, más de 20 personas se fundieron en una tarea común sin perder su identidad. Enriquecieron con su trabajo nuestra tarea cotidiana.
Trabajando en equipos, formaron un único equipo para habilitar el anexo de la Posta Sanitaria de Pilar Solidario. Electricidad, Pintura, Biblioteca, Techos, "Leñadores", Mobiliario y equipamiento, Limpieza, Plomería, Vidrios, y el perseverante equipo que instaló la alarma, trabajaron sin solución de continuidad con una consigna: terminar bien el trabajo sin mirar el reloj.
Nos reunimos frente al Hospital Austral a las 8:30 de la mañana y partimos rumbo a la Casita. Mientras desayunábamos algo caliente para templar la fría mañana, organizamos el trabajo. Con las consignas claras, las manos se pusieron a la obra y los corazones sincronizaron sus latidos como si se tratara de un solo corazón, y un corazón vibrante de entusiasmo.
Un incesante ajetreo se desplegó, marcado por el orden, el liderazgo, y el compromiso de todos con la tarea. Estamos acostumbrados a que los huracanes destruyen lo que encuentran a su paso, pero este "huracán blanco" cambió el pronóstico: tras de si, dejaba orden y limpieza.
El reloj marcaba las 22:00 hs del sábado, cuando el último de los equipos -ya cerrada la noche sobre los barrios Las Lilas y Monterrey- acabó de instalar la alarma. Algún vecino asustado por el inusual movimiento a horas tan tardías, se tranquilizó al reconocer los vehículos que salían. Los grillos celebraban el final de la obra. Al salir miré la luna: juraría que en esta noche vi su forma como una blanca sonrisa que llenaba de claridad la noche.


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