Junto con ellos se sientan los "veteranos" del año anterior: más sueltos, intervienen desde el primer momento. Alzan la mano con entusiasmo, y quieren responder primeros. Algunas madres se asoman sonrientes por la puerta, para saludar con la mano a su niño sentado en el salón. También los ojos maternos son inmensamente expresivos: la mirada de la madre parece convertirse en un canal casi corpóreo de cariño y orgullo emocionado. Nos dejan a sus niños a nuestro cuidado. Ni el más poderoso banquero guardó jamás valores más importantes.
Algunos metros más allá, Beto hace sonar el silbato: va a comenzar el partido. Rueda la pelota sobre el césped, dispuesta al martirio de las patadas infantiles.
Han comenzado las actividades en La Casita...
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